LAS ADICCIONES
La chica cuenta cómo dejó el colegio a los dieciséis años y cómo consiguió su primer trabajo, gracias al cual pudo empezar a salir los fines de semana a bares y discotecas. “La excitación se construía al ponerme el maquillaje y la ropa y pensar: “¿Cómo estoy? ¿Resulto sexy? Salía por las noches simplemente para acostarme con alguien. Encontraba algún hombre joven y tenía relaciones sexuales con él tan rápido como fuera posible. Lo hacíamos en cualquier sitio: las partes traseras de los coches, en una esquina, en el parque…”.

"Todo empezó cuando llegué a un pueblo de Antioquia, de maestra en el sector oficial. Como saludo de bienvenida, mis compañeros me invitaron a un establecimiento público, pidieron unas botellas de aguardiente y unas copas y me dijeron: "Aquí vas a aprender a beber". Claro que aprendrí. Entonces se me desperto el demonio que llevaba en mi interior. Sé desde muy niña que fuí una hija no deseada. ¿Estará allí la causa de mi inseguridad? No puedo asegurarlo, pero sí sé que ingresé a la enorme fila de los adictos colombianos".

"Me metí a la droga porque mi vida no tiene sentido. Pertenezco a un barrio popular y mi cucha apenas sí tiene con qué comprar para la aguapanela. Entonces empecé a vender basuco para sobrevivir, lo probé y me gustó. Sé que me estoy metiendo al abismo, pero no me importa. ¿Para que la vida si no tengo esperanzas de algo mejor, ni posibilidades de estudiar y muchos menos oportunidad de un trabajo?. Estoy resentido contra la sociedad. Cada vez que veo el la televisión que un político se robó otro poco de millones mientras en mi barrio ni siquiera dizque hay plata para pagar un maestro, yo me pregunto por qué nos siguen acusando a nosotros de vender basuco para sobrevivir, Son más malos ellos que cualquiera de nosotros. En mi sector social la droga es un escape; de eso no le quede la menor duda".

“No podía concentrarme en mi trabajo, todos los días me levantaba con la intención de sacar de mi vida esta adicción que no me permitía ser la misma que antes, yo iba al casino entre dos y tres veces al día, encontraba huecos en mi día para fugarme; rara vez tenía un día normal, no respetaba horarios ni compromisos de ningún tipo. La dependencia al juego, me carcomía poco a poco…".

"Yo padezco de una de las peores adicciones que un ser humano puede tener, soy adicta a la comida. Digo que es una de las peores porque como seres humanos podemos dejar el licor para siempre, los narcóticos, hasta las relaciones y el sexo, pero no podemos dejar de comer. Me fue muy difícil aceptar que tenía un problema con la comida, pues había decidido que cuando tenía hambre fuera del horario de comidas o simplemente ganas de comer, lo hacía con productos sanos como maní, zanahoria, apio, etc. Pero después me di cuenta que el problema no es únicamente lo que como sino cómo me lo como… con ansiedad y tratando de tapar mis sentimientos de impotencia, angustia, estrés, y muchos más".

"Yo era una joven profesional adicta a las redes sociales, perdí tres trabajos en el último año por mi ineficiencia laboral, debida al tiempo que perdía actualizando mi perfil, chismoseando y manteniéndome en contacto con mis amigos".

fuente:
http://www.informador.com.mx/jalisco/2011/287418/6/me-sentia-vacia-cuando-me-iba-del-casino.htm
Paraíso Ficticio, Sonia Gómez Gómez, Primera edición, diciembre de 1992. Editorial Colina, Medellín, Colombia.